Historia del barranquismo en España
Si tenemos que empezar por el principio de los principios, los Neardhentales y los Homo Sapiens ya remontaban cauces secos en busca de abrigos y cuevas para su resguardo, la plasmación de su arte y culto a sus dioses.
Más tarde, también cazadores y pescadores se internaban en estrechas y profundas gargantas buscando y persiguiendo a sus presas. Al igual que en épocas posteriores los pastores remontaron estos cauces buscando abrigos para sus ganados.
Pero todo esto constituía el día a día de la supervivencia y forma de vida del ser humano.
El barranquismo actual, o mejor dicho una aproximación de lo que conocemos hoy en día como tal, comenzó mucho más tarde.
Y cuando hablamos de la historia del barranquismo en España no podemos hacer otra cosa que empezar hablando sobre Lucien Briet.
Pie de foto de Lucien: Una imagen del explorador perteneciente al Fondo Lucien Briet. Musée Pyrénéen de Lourdes / Fototeca de la Diputación Provincial de Huesca. Fuente: ‘’Heraldo de Aragón’’.
Don Luciano, como lo conocían en las montañas, nació en París en 1860. Su vida estuvo llena de acontecimientos y aventuras.
Huérfano de madre desde pequeño, nunca se llegó a llevar bien con la mujer con la que su padre se volvió a casar, así que su tía lo acogió en su casa y se hizo cargo de él, brindándole una vida bastante cómoda.
Dicen que era una persona nocturna, despilfarradora, inconformista, anticlerical, antibelicista y un hombre adelantado sin duda mentalmente a la época que le tocó vivir. Hombre curioso por naturaleza, aventurero, caótico y culto, muy culto.
Se licenció en letras y fue poeta. Como dato curioso el primer poemario que publico ‘Las flores de mi jardín’, están teñidas de alto contenido erótico.
También cultivó otras pasiones: la espeleología, con la que alcanzó también cierto nivel y la fotografía.
Con todo este bagaje personal, metido dentro de su mochila, recorrió las montañas del Pirineo y la Sierra de Guara desde 1890 a 1911. Exploró estas zonas escribiendo sobre sus bellezas y documentando todo a través de sus fotografías. Realizó unas 1600 placas fotográficas, valioso legado con el que contamos hoy en día para conocer los paisajes pirenaicos en los momentos en que su autor los recorrió.
La gente de los lugares recorridos por Briet se sorprendía de la presencia de un explorador, que en aquella época no era lo más habitual. Aunque casi 100 años antes, otro explorador francés, Don Raymond de Carbonnieres, para los de aquí, Ramón, ya estuvo explorando los Pirineos y Sierra de Guara.
La obra de Briet tuvo una gran eficacia divulgadora y contribuyó a que se tomara conciencia sobre la necesidad de proteger la naturaleza sobre todo en Ordesa, al promover la idea de la creación del actual Parque Nacional. Fue conocido también como el ‘’cantor de Ordesa’’.
Le interesaron las cordilleras, los cañones, los desfiladeros, las vaguadas, los ríos, los barrancos, las fuentes, la historia…de nuestra tierra.
Briet descubre la Sierra de Guara, una de las cunas hoy en día del barranquismo actual, y ahí explora, se adentra y documenta los barrancos del Vero y del Mascún.
‘’Parecióme que su techo abajábase y que las ondas emanaban de un sifón enteramente sumergido, aunque la limpidez cristalina del agua no dejaba vislumbrar en la sombra más que espesas espumas’’, fue la descripción de Briet sobre la surgencia del Mascún.
Obviamente la sierra, los barrancos y todo ya existía antes y eran transitados en mayor o menor medida por las gentes del lugar, pero fue su documentación gráfica y su testimonio lo que le otorgó categoría de paisaje y los dio a conocer fuera de sus poblaciones.
También llegó a Escuaín y exploró la garganta del mismo nombre, y al barranco del Alcanadre, hoy conocido como el barranco de la Peonera. Y entre 1904 y 1908 se adentra en el Gorgas Negras.
Gracias a su tía, Lucien se podía permitir viajar y explorar, pero cuando esta envejeció le empezó a dar miedo morir sin que Briet dejase descendencia. Así que en su testamento, su tía le dejó algunas condiciones para heredar su fortuna: una de ellas era casarse. Así que bien cumplidos los 50, en 1916 con bastante desgana Briet se casó, fue padre de una niña, permaneció en su casa familiar y fue entonces cuando se dedicó a ordenar sus manuscritos, sus fotos y reescribió los recuerdos de sus exploraciones. De todo ello saldrían dos estupendos libros: ‘Bellezas del Alto Aragón’ y ‘Soberbios Pirineos’ (‘Aux Pyrénées’).
Estalló la Gran Guerra, la 1º Guerra mundial y su casa fue bombardeada y saqueada por el ejército alemán.
Lucien Briet falleció en 1921 con 61 años y en la más absoluta ruina.
Paralelamente en el año 1909 un grupo de exploradores, también franceses, bajo el liderazgo de Edovand Alfred Martel (abogado y espeleólogo considerado el padre y fundador de la espeleología moderna), intentó remontar la reina de las gargantas del país vasco-francés, la Garganta de Olhadubie , aunque solo lograron llegar a la mitad de su recorrido, a pesar de utilizar toda la técnica de la espeleología y de la escalada que había en aquella época.
Las primeras exploraciones de cañones y barrancos con interés científico se realizaron de forma ascendente y no descendente, ya que el material técnico y la técnica que había en esos años no permitían realizarlo de otra forma. Los exploradores de aquellas épocas debían cargar con materiales voluminosos y pesados, así que en muchas ocasiones, estas ascensiones por los barrancos se dilataban en el tiempo varios días e incluso semanas.
Al igual que la figura de Briet quedará por siempre ligada al barranquismo, el nombre de Edovand Alfred Martel también irá de la mano del comienzo de la historia del barranquismo en España y Francia.
Edovand Alfred Martel nació en 1859, tan sólo 1 año antes que Lucien Briet. Espeleólogo francés, pionero y fundador de la espeleología moderna. Martel dedicó la mayor parte de su tiempo y energías a su gran pasión.
Entre 1883 y 1887 exploró a fondo las cavidades subterráneas de los Cévennes.
A partir de 1889, Martel comenzó a descender junto a Gaupillat y Launay a numerosas simas desconocidas hasta la fecha; fue el primero en penetrar en la increíble y majestuosa sima de Paridac, ubicada en la región francesa de Lot. Para conseguirlo tuvo que bajar por un pasillo vertical de 75 metros de profundidad y 32 metros de diámetro y por cuyo interior discurría un río subterráneo.
Los descubridores del río subterráneo de Padirac, en 1889, fotografiados de izquierda a derecha: Gabriel Gaupillat, Edouard – Alfred Martel, Louis Armand, Louis de Launay, Emile Foulquier. © E. Rupin/Collection Renouard. Fuente: www.rfi.fr
También exploró la cueva del Drac, en la isla de Mallorca, donde descubrió su maravilloso lago.
Casi 25 años después del intento fallido de Martel por remontar la reina de las gargantas, en 1933 y con la técnica de la espeleología un poco más avanzada, otro grupo de exploradores franceses entre los que se encontraban Mailly, Ollivier, Cazalet y Dubosq, consiguieron por primera vez completar el descenso integral de la la Garganta de Olhadubie. Era la primera vez, o por lo menos la primera vez que quedó documentado un recorrido moderno, en el que se conseguía íntegramente y en sentido descendente completar un descenso de estas características.
Desde entonces las exploraciones de los diferentes cañones, gargantas y barrancos franceses y de la península ibérica comenzaron a expandirse lentamente.
Pero fue a partir de la década de los 70, que gracias a la aparición de guías, topografías, materiales y técnicas específicas, el barranquismo comenzó a separarse y a diferenciarse de la espeleología y de la escalada y comenzó a tener una mayor difusión y entidad propia.
Es cuando se empiezan a descender íntegramente y con éxito por primera vez la gran mayoría de los barrancos de Guara como el Gorgas Negras en 1973, Mascún en 1974 u Oscuros del Balced en 1976.
A partir de ahí, el barranquismo fue aglutinando cada vez más a un mayor número de seguidores, hasta el día de hoy, en el que el barranquismo se ha convertido en una de las actividades más populares dentro de los deportes de aventura.
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